Las posiciones en torno a lo que comprende el concepto mural, se dirimen entre las expresiones conceptuales sobre aquellas obras que si pertenecen al género de las que no pertenecen. Determinar qué realización se define como mural, es una tarea por demás compleja, siempre que se tenga en consideración, quien o quienes denominan de una determinada manera y desde que posición lo hacen. Es interesante pensar si en realidad todo aquello que está pintado sobre una pared o un muro puede ser llamado “mural”. Cuestionarnos si en mayor o menor medida es apropiado definir esta actividad como el resultado de una intervención pictórica en un muro (planificada o no planificada), si debemos incluirla a grandes rasgos, dentro del arte callejero, o bien, si es efectivamente correcto nombrarlos como una de las tantas manifestaciones expresivas simbólicas posibles, es una tarea que excede la finalidad de este trabajo. Partimos de la idea de que la denominación es crucial, en especial, cuando se comienza a transitar el tema que nos convoca. Implica un compromiso epistemológico hallar las palabras exactas, que permitan redefinir el “concepto mural”. Sin duda alguna, la paradoja que indefectiblemente deberemos afrontar, será la de encontrar un concepto claro y sencillo, adecuado para el entendimiento, uso y apropiación, por parte de la gente en general, o la de un concepto rizomático, repleto de capilares, que se entrecrucen entre sí, complicado y de dificultosa utilización, para el empleo de unos pocos. La decisión, no es una tarea sencilla.
Periodismo, UNLP
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